martes, 10 de junio de 2008

Llegó el Verano...

El rosa pálido del granito sobre el cual, el faro, nos miraba, se reía de los tres. Salimos esa mañana confiando que la protección que nos ofrecía su visión amable, impidiese que el Nordés nos alcanzara al Oeste de la Lobeira Grande. El abrigo no impedía que olas de dos metros zarandearan la embarcación. Lo propio pasaba en el fondo, que se veía atormentado y, en su enfado, expulsaba nubes de algas en forma de grumos, partículas y arena. No se veía una mierda. Veníamos de El Gavoteiro alegando las mismas razones para no haber buceado allí. Pero no nos ibamos a rendir.
Enfilamos la ensenada de la ballenera y fondeamos de prestado. Conocíamos aquella zona y decidimos el recorrido con un gesto. No medió comentario alguno. Por muy sencilla que parezca un inmersión, cuando se complica no lo parece tanto. Ajustamos la flotabilidad al máximo y en un exceso de confianza, erramos. Fer prestó su lastre y después de intentar bucear a 7 metros con 5 kilos y un traje seco, desistió y nos quedamos Amando y yo bajo el agua. El verano se aproximaba y las algas emergían con fuerza donde antes sólo había rocas. El fondo desaparecía tapizado por una espesa capa de alga verde, y los despojos de ballenas y cachalotes que ensombrecían, semanas atrás, la ensenada, desaparecían tras los vivos colores que prestaban aquellas. No por ello me parecía más amigable.

Mi compañero de inmersión, lego en estos buceos y parajes, disfrutaba de cada aleteo que daba. Con frecuencia, al mirar atrás me lo encontraba alegremente despistado a unos metros, con la cabeza dentro de una cueva, o semi escondido tras un bosque de algas. No tenía prisa. Esperaba con paciencia y reanudábamos la marcha.
Visitamos a las rayas mosaico, la tembladera, al pez pipa, a la fuente de grandes camarones envejeciendo seguros, al amparo de la planeadora que yace sobre el manto de posidonia y, en esta época, practicamente cubierta de algas. Sepias, grandes pintos, y diminutos peces que aburren de abundancia.
El verde intenso sacudía la retina cada vez que el sol se desplomaba sobre el gris del agua. La luz acuchillaba el mar entregándose, mártir. Nos veíamos sorprendidos por el despliegue de color que nos regalaban. Disparaba la cámara evitando la luz artificial. Nervioso, por el momento y la oportunidad, toqueteaba los mandos de la Ixus, eliminado el flash, modificando la sensibilidad, cambiando el modo y ... buscando el motivo. Las prisas no son buenas, pero la experiencia de estos momentos es siempre positiva. Ahora soy rapidísimo con el pulgar derecho. Antes era zurdo... o eso pensaba.
- buscamos sangre humana en su tractor
- sí, no me diga?. y usted es...
- Grishom: C.S.I. y usted...
- jardinero: Master del Universo

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No se por donde llego el verano, llegaría para ti, por que sigue chovendo como en invierno;).
Saludos
Isi

Anónimo dijo...

así es Isi. hoy las cosas mejoran. A ver si se mantiene.
nel