martes, 19 de febrero de 2008

El Casón

Este verano buceamos en él. Y sobre él. Llegamos allí con exceso de equipaje y lo pagamos a la vuelta. Era un día claro y al pasar por la punta del Cabo volvimos a comprobar que en mar abierto siempre hace frío. Eramos 12 y bien avenidos. Nos acompañaba Charles Stirling, su mujer y Chris, un buen amigo. El primero, Charles con más de 65 años, es fotógrafo profesional y trabaja para revistas como National Geographic y la organización Pady Internacional, y ha recibido premios suficientes , para hacer que Helmut Newton le rindiera pleitesía (si estuviera vivo). Su mujer le acompañaba sin despegarse de su lado, sirviéndole ocasionalmente de modelo. Fantástica buceadora.

Pasamos ante la mole del centolo, que me sumió en el oscuro pensamiento de desastre, que debió invadir al capitán del Blas de Lezo cuando se dió cuenta, ya tarde, que los bajos, que no describían sus cartas, estaban acuchillando sin piedad el estómago de su barco. Cruzamos Mar de Fora y alcanzamos el cabo de la Nave. Pasamos por Punta Longa y nos dejamos guiar por el GPS hasta que el ploter marcó 1,5 metros, señalando el punto más alto del castillo de popa. Largamos el rezón.
Briefing y al agua. No es conveniente esperar mucho tiempo en superficie porque el mar de fondo acaba recordándote, gráficamente, tu última comida. Bajamos por el cabo hasta el fondo de arena y, reunidos en pequeños grupos, comenzamos el paseo. No sin cierta dificulta avanzamos por estribor. Recorremos parte de la banda hasta llegar a la mitad aproximadamente, atravesando retorcidos hierros, planchas y tubos, largos tubos de acero.
Alguno de ellos es ya la vivienda habitual de congrios que, en más de media docena, llegamos a contar en todo el recorrido. Son primeras viviendas de esas ajustaditas que tienen todo en un ambiente, pero que engordando un par de kilos tienen que buscar algo más grande o irse a vivir a el extrarradio. El resto del paseo es decepcionante en cuanto a vida se refiere. Algunos sargos, doncellas, y poco más.
Es un pecio cerca de la costa, a no mas de 200 metros. Los peces buscan tierra y refugio, pero tan cerca de la costa prefieren esta al pecio. Sí, parece una buena explicación. Estamos encima de las bodegas de carga y encontramos, amontonadas, placas de metal de uno por un metro. Decoran gran parte de la superficie correspondiente a la bodega de carga. El resto de lo que se ve son tubos otra vez, unas veces ordenados en pilas, otras con tendencia al caos. Cerca de la proa con 10 metros de agua llegamos a una estructura cilindrica de 4 metros de diametro que rodeamos y constituye el paso a la banda de babor. Esto es caótico. Los tubos ocupan todas las direcciones del espacio incluso aquellas imposibles. No constituyen un riesgo excesivo para el buceo. Los problemas comienzan cuando el reflujo de la marea hace que avancemos penosamente. También la corriente lateral es más intensa en babor.
Algún pulpo perdido y doncellas que pasan con prisa, perseguidas por algún imaginario caballero, dejando leves estelas de color, son toda la animación que supone esta banda. Damos la vuelta para pasar al otro lado e intentar volver por donde hemos venido. Desandamos el camino hasta la popa, y hacemos recuento de bares. Aún queda para una última incursión entre las sombras del castillo. Las aristas que dejó el desguace hace que miremos con cuatro ojos cada apoyo entre planchas de metal. Descubrimos que, desde los restos de la estructura y a través de los portillos, se puede observar un espacio vacio en su interior.
Las potentes lámparas de Cressy apenas dejan ver el final. Restos de uso personal, enseres de cocina y suposiciones al respecto. Hay que buscar una entrada. El resto del grupo se reune metros más atrás para comenzar el ascenso. Han visto los ejes que albergaron las hélices y ahora deciden subir. Intento buscar grandes portillos sin suerte. Asciendo lentamente pensando en la próxima inmersión. Hemos esperado semanas para llegar aquí. Pasaran meses antes de volver.

1 comentario:

TioTaum dijo...

muy bueno, que bonito,
Saludos
Isi