viernes, 20 de diciembre de 2013

Nuestra Sra Del Carmen


(Encontré este Post del 2008, de los comienzos del club de buceo de Fisterra. Me ha traído buenos recuerdos, y he decidido volver a compartirlo).

Discutíamos sobre su verdadero nombre sin saber a ciencia cierta quien tenía razon. En su mano un mapa con los puntos de hundimiento de los pecios más y menos conocidos de la costa que rodea al cabo finisterre. En la mía los recortes de periódicos escaneados de un viejo artículo de los años sesenta. Ninguno de los dos hábiamos nacido. Por otro lado, tenía en mi poder copias de documentos notariales de compraventa de pecios, en los que los dueños vendían los derechos que tuvieran sobre continente y contenido. Constaba nombre del barco, armador, aseguradora y localización del barco, el flete y el origen y destino.

El carrumeiro.Intenté buscar en el diccionario de la lengua gallega el significado de carrumeiro pero no ha sido posible. Os lo contaré en otra ocasión.
En sus proximidades, y pasada la isla de la Lobeira grande, encontramos un fondo de 36 metros de media. El plotter de la neumática del centro de buceo capta, llegados a esta zona, la misma profundidad de manera uniforme. Los restos sobresalen del fondo lo justo para que lo distinga el sensor. Demasiada agua. En algún momento sentí como flaqueaba mi escaso espíritu aventurero. Largamos cabo y cabo. Corría poco el agua y soplaba nordés. Bárbaro. buena visibilidad. Quise consolarme pensando que las condiciones eran las mejores que podía desear. Me mentí. Preparé el equipo disimulando la ansiedad, haciendo las preguntas de las que no necesitaba respuesta. Fer me aconsejó un kilo más de lastre para tener más inercia en la parada que debíamos hacer. 39metros de fondo. El tiempo máximo de fondo sería de 16 minutos, pero para ello haríamos una parada de 8 minutos al regreso, o la mayor que nos indicara nuestro ordenador. Para el que como yo, no está acostumbrado al buceo con parada, ello suponía un esfuerzo mental adicional.

Colocamos una botella de cortesía a 6 metros e hicimos un picado de vértigo . No hay que perder tiempo. No hay nada que ver. El azul turquesa lleno de luz, ganó rápidamente un tono más triste, más pesado, gris, frío y lleno de sombra. Llegamos a los 32 metros sin atisbo de estructura. No sé que esperaba encontrar. Era mi primer pecio. Era mi primer 40. Era mi primer mar abierto. Era lo último que iba a hacer- pensé-. Fer me hizo una señal al pasar por los 35 metros. Paré en seco. Casí me como el fondo. Moví las aletas como pude mientras con la mano izquierda intentaba ganar flotabilidad. Me costó llenar el jacket. Intenté hacer cosas. Estaba perdido, nervioso, me costaba respirar... Fernando me hizo una señal. Ok?. No. Le pedí que esperara. Le pedí a la segunda etapa flujo máximo girando la válvula de demanda. Conseguido. Respiraba mejor. El aire llenaba los pulmones. Conseguí ajustarme mejor las cinchas del equipo. Colgé la lampara en su sitio, sacé la cámara y mire al instructor. Ok?, repitió. Ok! respondí. Buceamos. A esa profundidad la visibilidad era buena, no pasando de 10- 12 metros. Sin focos apenas divisabamos sombras. Comenzamos por babor cerca de la proa. Hierros sin formas las más de las veces. Sólo las cuadernas nos recordaban que aquello, alguna vez, había navegado. Al acercarnos más pudimos distinguir todos y cada uno de los remaches que uniformemente perforaban la estructura. En los años sesenta la empresa de Lestón había desguazado el barco y de él sólo quedaba lo que no se pudo sacar. Una sombra de unos dos metros de altura apareció ante nosotros. La caldera. No sé porque no subió con el resto. A su alrededor, válvulas y palancas. Era un cilindro enorme. Busqué el portillo. Sin resultado. Giré la cabeza para buscar el movimiento del compañero. La lámpara no lo encontró. Más allá, la luz se perdía en la sombra cada vez más negra. Coño! Aquí no!. Viré en redondo. Intenté buscar su luz. Nada. El manual te dice que esperes un minuto y despues asciendas...A 18 metros vale. ¿Y si te pasa a 40? ¿bajas para buscarlo?. No me jodas- pensé-. 10 minutos de tiempo de fondo. No pensaba subir sin él...Fer salió tras la caldera y yo me quedé inmóvil sintiendo un latido doloroso en la sien. Narcosis? No, inexperiencia.. Llámalo como quieras. Otra lección para recordar. Aquí no te puedes perder.

Casi repuesto, seguimos por estribor tras decusar sobre la caldera. Cada vez que introducíamos los focos entre los metales, tímidamente , a cámara lenta, las formas de vida que se adueñaban de los restos salían de su escondite para saludarnos. Todo tenía forma pero nada estaba en su sitio, de modo que era imposible saber en que parte estabas. Todo cálculo, era una aproximación.. al error. Destellos rojizos. Ahora dos. Fer se volvió. Los ordenadores pitaban. Comprobó mi manometro y yo el suyo. Me hizo un gesto inequívoco. Ascendimos. Miré el pecio intentando organizarlo. Imposible. Las fotos no me iban a dar mejores pistas. Liberé aire del jackett. Despacio. Los últimos metros fueron los peores. Diez minutos para superficie. Miraba el ordenador. Fuera.
En el bote, los primeros momentos siempre son de euforia. Hacía 60 años que nadie lo visitaba. Desde este momento compartirá la soledad con los buceadores que bajan a verlo.
Gracias a Charles Stirling por la 1ª foto de este post.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Coño compañeiro, parece que foi una baixada con risgo e emocionante. Moito cuidado pra a proxima, ainda ca lección esta aprendida como dis.:)
Un Abrazo