sábado, 3 de mayo de 2008

Antes de la fiesta...

Esperamos en el centro de buceo hasta completar el grupo. Esta vez no fui el último en llegar. Sorprendente. El día prometía ser compasivo con nosotros. Despejado todavía. Soplaba sur. Subía la marea y el mar dejaba olas de 1 metro dentro de la bahía. Aquello no pintaba mal...ni bien. Ni siquiera hablamos del tema. Fer, a primera hora, había estado balizando el fondeo y sabía lo que pasaba sobre y bajo el agua. Desde la curva de Talón, ya tenía mi propio parte del tiempo. No era un problema.

Llegaron de Pontevedra tres buzos. Ya habíamos compartido azul con ellos lejos de allí, aunque la memoria no recordase exactamente dónde. Lo importante del buceo no es recordar con quién buceas sino cómo te sientes allí abajo. Completaba el cuadro un madrileño y dos fisterráns.

Salimos del puerto a mediodía. Se veía el fondo en 7 metros. Bárbaro. Hacía casi dos meses que no buceaba en las Raras. Mi preferida. Describir la travesía es fácil. La roda se hallaba a menos de una milla, y recorrerla, aún con la Zodiac llena, es cuestión de un par de minutos. Clavaba los ojos en el agua deseando que la visibilidad no variase. Varió. Todos al agua. Fué rápido. La calidad del agua cambió en el primer metro al una termoclina. A los 4 metros comenzamos a divisar el fondo. El briefing había repartido compañeros y tengo que agradecer a Juan y sobre todo a Enrique, el estar a mi lado cada vez que me colgaba con algún bicho. Abajo las parejas se portaron. El grupo no. No tenía demasiada importancia. Sábiamos que podría pasar y decidimos no forzar la disciplina.

Recorrimos las Raras en sentido de las agujas del reloj. Al menos tres, conocíamos aquello como conocemos el salón de casa. Podríamos haber puesto nombre a todos los congrios, bogavantes, pintos y demás fauna. A estas alturas sólo me interesaba la fauna mas pequeña. Los nudibranquios, actinias, gorgonias blancas, anémonas, padinias, ermitaños y un largo ectétera de animales que hace pocos años no sabía que existían. Mi interés no era sincero. Al menos al principio. Cuando empecé a hacer fotosub, me dí cuenta que mi manifiesta inutilidad me obligaba a usar modelos estáticos porque la velocidad de disparo no era suficiente para que los bichos con aletas aparecieran en el cuadro. No conseguí convencerlos. Falta de comunicación. Empezé por el principio. Conseguí, casi, controlar la velocidad de disparo sin aproximarme a una mala reflex. Anulé el pre-flas. Aprendí a usar el Iso, los modos automáticos, la exposición, la medición por puntos, los filtros digitales, el macro, el flas externo, a desbloquear la cámara cuando usas el zoom y todo ello bajo el agua con una compacta. De vez en cuando consigo alguna foto simpática. Mejor fuera del agua, aunque menos interesante.


Durante el paseo tropezamos entre nosotros en alguna ocasión. Nada importante. La visibilidad oscilaba según la posición en el recorrido. Malo al Nordeste. Malo el Noroeste. Malo detrás del open. Malo al final del grupo. Mejor retrasarme. Aún queriendo, no conseguí descolgarme. Gracias.

El sargazo había crecido deprisa en el último mes y aquello significaba que la claridad a partir de ahora comenzaría a ser más limitada, a no ser que un buen temporal lo arrancara antes de junio. Con todo las calmas de verano y los anticiclones atlánticos crean aguas frías y limpias.
Un melgacho siempre causa expectación. Cuesta no tocarlos. Dificilmente consigues que se muevan y ni siquiera el flash de la cámara consigue sacarlos del letargo en el que parecen vivir eternamente. No deja de ser un tiburón y de ahí la fascinación que despierta encontrarlo. Escapas de sus grandes primos, pero con este te haces el valiente. Interesante. Como la vida misma.

Recordaba la inmersion del día anterior. Localizamos un bajo cerca de la punta de sardiñeiro. 19 metros de máxima. Vimos un águila. La primera. La lente de la cámara se empañó al bajar. En vano cualquier intento de arreglarlo. Lástima de video. Frustrante. Hoy arreglé el problema con barras de sílica.

50 minutos de fondo no estaba nada mal. 14º y 14 metros. Superficie a los 59. El traje seco cumple su función a las mil maravillas. Estibamos equipos y recogimos cubierta. Subí el ancla. Intenté no marearme tras el esfuerzo. Voy mayor. Eran casi las dos y tenía que recoger a la familia para ir a comer a casa de José. Podría bucear a las 5... no. Hoy la familia se iba de fiesta. No todo en esta vida puede, ni debe ser azul.

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