En las otras inmersiones en aguas someras, se podía empezar a palpar la primavera. Plancton y arena que el reflujo de la marea levantaba, cubrían y enterraban la vida en cada vaivén. Entre las rocas, los cangrejos apenas disimulaban sus ganas de salir de paseo. El mar notaba la estación y en cualquier rincón bullía la micro-vida. Anémonas de largos brazos, laminarias que crecían con cada ola, pulpos, chopos, sarretas, sargos pequeños en tamaño y grandes en número, pintos, maragotas, serranos, lorchos, chascas y grandes lubinas encovadas, tímidos congrios, peces pipa, lechuga de mar en un mar de lechuga, doncellas, centollas pateiros y patelos, peces luna, ballestas y de san pedro, camarón, santiaguiño, rayas mosaico, tembladeras y otros seres. Todos a tu alrededor. Y entre ellos y tú, una densa neblina de finos hilos y pequeños seres que señalaban el límite de tu desvergonzada injerencia en el mundo de los que viven en el agua.
Al divisar el puerto de Cee, Raul decidió el lugar de fondeo. Fernando visualizó la marca que el sonar de barrido había impreso sobre el GPS y con la tecla del zoom se aproximó hasta situarse en la misma vertical. Nos dejamos caer hacia atrás. No llegué a ver la superficie de nuevo. Aleteé hasta que alcancé el fondo, sin esperar al compañero que a mi lado hacía señas para bajar, si ello fuera posible, más rápido. Trazamos un rumbo en espiral, hasta los ocho metros de radio, sin hallar resto alguno. Ascendimos. Si buscas, no siempre encuentras.
continuará ...
Dedicado a Rubén. Enhorabuena por esas notas.
1 comentario:
Estamos a la espera de noticias pasadas o no por agua.Un saludo.POKEMON.
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